Desde luego que la fotografía, igual que cualquier otra disciplina artística, está sujeta a los criterios subjetivos de cada persona, con lo cual cada debate a este respecto suele ser bastante futil, pero voy a intentar aportar mi punto de vista al respecto.
La fotografía es algo sencillo, conceptualmente hablando. Se trata de mostrar imágenes que provoquen una reacción en el que las ve, a ser posible reacciones positivas, que alegren, que entristezcan, que emocionen, que muevan. El asunto es que en esa sencillez, igual que en la música de Mozart, radica su enorme dificultad. Queda al criterio de cada uno qué es lo que uno necesita que una fotografía englobe, o qué es lo que uno está dispuesto a descartar de esa fotografía para quedarse con lo que realmente le mueve.
Aunque siempre, siempre valoraré más el ojo artístico del fotógrafo, la capacidad de encontrar una historia, un instante fugaz significativo, o simplemente una luz bonita,
para mí no deja de ser cierto que el aspecto técnico de la toma ayuda o detrae del resultado final. Por poner un ejemplo, uno puede sacar una instantánea preciosa, a través del cristal de una cafetería, de dos personas hablando, y se le pueden poner o suponer mil interpretaciones distintas, pero si hay un fogonazo en mitad del cristal, hacia el que se dirige irremediablemente la mirada, pues ese instante queda malogrado. Quedará para ellos, para los protagonistas, pero no para los demás. Lo mismo me ocurre con el cielo, que tiene la fastidiosa costumbre de ocupar cierta superficie en tantas y tantas fotografías.
Por seguir un poco con los símiles musicales, y me disculpo por ello pero es lo único de lo que mínimamente sé, hace tiempo que noto una tendencia por infravalorar las interpretaciones eminentemente técnicas, por no llegar a llenar lo suficiente desde el punto de vista artístico o musical. La frase "sí, tiene una técnica increíble pero ¿y qué?" la he oído infinidad de veces, por parte de espectadores casuales, melómanos o, lo que me asombra aún más, compañeros de profesión. ¡Como si llegar a ese nivel de excelencia técnica fuese moco de pavo, como si fuese algo que viene solo, mientras que la interpretación musical es solo algo reservado a los muy privilegiados! Es que, perfectamente, nos podemos ir al caso contrario, lo cual cierra el círculo con mi ejemplo del fogonazo del cristal: un músico que te puede hacer una fraseo maravilloso desde el punto de vista musical.... pero si de doce notas me has desafinado ocho, ¿realmente es algo tan extraordinario? Mejor dicho, ¿realmente vale más ese fraseo que el mismo pasaje, tocado quizás más frío, con menos sensibilidad, pero en el que todo está bien puesto en su sitio?
Respecto a las fotos de calendario... yo las suelo apreciar, seguramente más por mis propias limitaciones en el mundo de la fotografía, pero sigo pensando que hay que verlas, hay que saber que va a quedar bien, hay que sacarlas de tal manera para que queden bien..... El trabajo hay que seguir haciéndolo.
Pero, al final, se resume a cuestión de gustos.