por Corto » Dom Dic 30, 2018 8:05 pm
Cuando regresé y de a poco me puse a revelar, lo primero que publiqué fue una foto hecha en la Mezquita Catedral, una fotografía que ya sabía que sería la más apreciada entre todas las que hice en ese viaje. La publiqué en otro foro. Y una querida compañera y buena fotógrafa me preguntó si me había ido tan lejos a fotografiar un tronco que podía encontrar en mi pueblo. No recuerdo qué respondí. Pero me dejó pensando. En la foto hay una columna, que es única. Porque en el mundo no hay otra Mezquita Catedral que la de Córdoba y porque aun ahí, cada una de las columnas es única. Y única fue la luz que le dio cuando la vi. En el parque de mi barrio tenemos dos tilos pero sólo dentro de uno me gusta hacer fotos, sólo en uno me gusta la luz que hay.
Si hubiera encontrado una hortensia le habría hecho fotos. No importa dónde esté, cada hortensia es única. A veces cada flor de una hortensia lo es, cada pétalo.
Suelo participar en viajes grupales en los que vamos a cierto lugar a hacer fotos, ciertos lugares a los que se les supone un cierto temple fotográfico. Pero muchas veces me doy cuenta de que no era necesario llegar a ningún sitio en especial, que todo el camino estaba caracterizado para las fotografías que quisiéramos.
Me gustaría que mis lavandas estuvieran en un sitio con sombras más ricas. Entonces me digo que eso es mi tarea. Pero también es mi tarea encontrar el carácter actual de mis lavandas, y malvones, y celestinas.
Encontrar la fotografía caligráfica de nuestros lugares cotidianos es mucho más difícil que dar con el estilo en lugares donde la diferencia somos nosotros mismos.
Quizá por eso es tan grato viajar y en cambio tan laborioso insistir una y otra vez con la luz nuestra de cada día...