Conozco el caso de uno de estos gilipollas de ala ancha que se tropezó, en sus correrías por la red, con un ingeniero informático experto en programación que le devolvió la pelota y en menos de 24 horas tenía a la Unidad de Delitos Informáticos de la Guardia Civil llamando a su puerta. Por lo visto es un delito muy perseguido en la UE.
Participo en un juego online del que es creador y administrador único un buen amigo mío. Pues bien, un exjugador, búlgaro residente en Suecia, le robó el código del juego y, en compañía de un grupo de compinches informáticos, sacó el juego con otra gráfica pero con igual diseño y programa. Mi amigo ha rediseñado su juego hasta el punto de que la nueva versión tiene una presentación espectacular, desconocida hasta ahora en el ámbito de ese tipo de mánagers deportivos online (carreras de F1). El nuevo diseño ha llegado, por lo visto, a oídos del búlgaro, quien en connivencia con sus amiguetes de varios países ha diseñado un ataque múltiple que ha ocasionado serios problemas a mi amigo, teniendo que interrumpir su juego. Ha tenido que presentar la correspondiente denuncia y los culpables han sido detenidos y están a la espera de una enorme sanción, hasta el punto de que se han dirigido, los muy cobardes, a mi amigo pidiéndole que retire la denuncia.
Ya me gustaría tener conocimientos suficientes de informática para devolverle la broma a este tontolaba.