El artículo es maravilloso (y el blog en general), por lo bien escrito que está y lo extraordinariamente completo que es. Ahora bien, no acabo de estar de acuerdo con el fondo del mismo. Me parece una postura un tanto snob, esa de valorar tanto el "no venderse" o "mantenerse puro". No me refiero a la postura del artista, que por supuesto está en su perfecto derecho de hacer con su vida y obra lo que le venga en gana, sino a nuestra postura como espectadores de sus imágenes. Me resulta muy aventurado decir cosas como que tal fotógrafo no volvió a ser lo mismo desde que se vendió.
Al fin y al cabo esos juicios de valor como el que hace sobre las fotografías de Davidson, que eran pura poesía antes de venderse y que después se perdió para siempre, no son más que meras opiniones personales que no pueden servir para sustentar una tesis. Seguramente cualquiera de los fotógrafos que menciona tiene fotos maravillosas hechas después de haberse "vendido".
Por supuesto que las exigencias profesionales de "tienes que entregar un reportaje cada dos meses" pueden matar la creatividad y obligarte a hacer fotos para salir del paso o a ir a lo seguro, en lugar de simplemente dejarte llevar por tus musas. Pero eso no quiere decir que tengas que perder tu "don", ni siquiera que algunas de las fotos que hagas por encargo no puedan ser igual de buenas o mejores que cualquiera de tus fotos "puras".
Además probablemente en muchos casos la diferencia entre las fotos hechas antes y después de "venderse" se deba también al habitual proceso de maduración personal, no te va a apetecer hacer el mismo estilo de fotos durante toda tu vida. Y también es normal que los trabajos de juventud sean más arriesgados y novedosos, es algo que pasa en cualquier campo, sea artístico o no. Todos (o casi) los "enfant terribles" acaban moderándose.
Y ya que viene al caso, dejo este extracto del artículo sobre Duane Michals que acabo de leer en ese mismo blog (de nuevo: qué maravilla de blog!).
https://cartierbressonnoesunreloj.wordp ... y-por-que/No soy un esnob de la fotografía, siempre me he ganado la vida con mi trabajo comercial. Un día, un joven fotógrafo me echó eso en cara y me dijo que él nunca se había “vendido”. Yo le contesté: “Bueno, tampoco tienes nada que vender”.