Stephen Shore usaba cámaras pesadísimas de gran formato (primero 4"x5", después ni más ni menos que 8"x10"), así que ninguna de sus fotografías es fruto de la casualidad, algo que ya da qué pensar. Entre otros méritos, acabó por "caer en gracia" a base de insistir en un tipo de fotografía denostado en el momento en el que él (junto a Christenberry, Meyerowitz, Sternfeld o Eggleston, quien finalmente triunfaría con su exposición en el MoMA de Nueva York), la fotografía artística (entendido el término como no publicitaria ni referencial) en color.
Algo tendrían sus fotografía cuando, con 14 años, llamó la atención del mismísimo Edward Steichen. También John Szarkowvski pensaba lo mismo, y son las dos personas con más conocimiento y más influyentes en la fotografía de todo el s. XX. Pero además, uno de los criterios que sirven para considerar una obra como arte, y no simplemente moda o pelotazo, es el paso del tiempo: ahí sigue Shore, vendiendo libros hechos hace más de 30 años, y sirviendo de referente a muchos fotógrafos actuales.
Naturalmente, puede gustarte o no, puede ser un tipo de fotografía que te atraiga o no. Faltaría más. Pero en ella hay una renovación del lenguaje fotográfico, un dominio del color exquisito, una composición cuidadísima y una calidad (quién pudiera ver en vivo las copias de esas placas de 8x10) fuera de toda duda.
En
este vídeo podéis oírlo explicando su obra y, a partir del minuto 4:13, en acción con su "pequeñina".
Saludos