No sé si he traído ya a algún hilo de este foro una cita del escritor Antonio Muñoz Molina, es esta:
Un arte nuevo tarda en encontrar el espacio estético que solo a él le pertenece. La fotografía empezó queriendo ser la pintura, y el cine quiso ser también pintura, postal coloreada, teatro, antes de aplicar sus capacidades técnicas a la representación de lo que le correspondía en exclusiva. Dice Pere Gimferrer que el cine fue cine cuando dejó de lado el modelo estático del teatro convencional y tomó de la novela los recursos narrativos que más le convenían: el montaje, la simultaneidad, la variedad de perspectivas.
Hay en la pintura, en las artes, una urgencia creciente por traspasar la limitación de lo inmóvil, para añadir a lo visible la cuarta dimensión necesaria del tiempo, la sensación de lo instantáneo y lo pasajero.
Esa intención de que la fotografía sea pintura parece que de alguna manera está en los genes del fotógrafo y, mientras no se libra de su efecto, le empuja a que sus fotografías parezcan pinturas, como si un fotógrafo fuera un pintor frustrado.
Unas semanas atrás, a raíz de una foto que puso Juankinki en no sé qué hilo y para la que señalaba como referencia a
Franco Fontana, estuve leyendo algo sobre este fotógrafo. Su obra, en un momento dado, se adscribe a los principios de un movimiento, el
expresionismo abstracto, que se produce en la pintura y los aplica a sus fotografías que, no por ello, dejan de ser fotografías.
A mí me parece que el territorio propio de la fotografía, lo que le pertenece en exclusiva, es la realidad. Se pueden modificar las fotos, forzar los parámetros, aplicar filtros, adscribirse a corrientes pictóricas, lo que se quiera, pero la realidad debe estar presente en la fotografía. Esas fotos que has puesto, parecen adscribirse al movimiento
pop art, que en pintura representa Warhol, pero, como he dicho, no reniegan ni renuncian a su condición de fotografías, el hecho de que son imágenes reales está presente en ellas.