El fotógrafo que se atrevió a cubrir las Olimpiadas con cámaras sin espejo
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Decenas de fotógrafos con sus equipos de Canon y Nikon cubriendo cada una de las pruebas deportivas de las pasadas Olimpiadas de Río. Una de las imágenes clásicas que, al menos entre los aficionados a la fotografía, suele despertar una curiosa afición: contar el número de objetivos blancos o negros para saber cuál de las dos firmas lidera el mercado dentro de la fotografía deportiva profesional.
A ese tópico este año se le ha unido otro comentario recurrente: la nula presencia de cámaras sin espejo. Pese a que cada vez son más relevantes en el escaparate y en manos de profesionales y aficionados, un rápido vistazo a estas postales olímpicas dejaba claro que este sigue siendo un coto vedado para Sony, Fujifilm, Olympus y Panasonic.
Las réflex no es que dominen este mercado: es que son las reinas absolutas. ¿De verdad nadie se ha atrevido a romper esta monotonía de espejos? Estábamos convencidos de ello hasta que, a través de las redes sociales, el fotógrafo albaceteño José Luis Pérez levantó la mano y corrigió esa afirmación rotunda: él estaba en Río trabajando solamente con cámaras sin espejo.
“El proyecto de trabajar solo con mirrorless en unos Juegos Olímpicos parecía una locura cuando se me ocurrió”, nos confiesa Pérez por correo electrónico. Además, para nuestra sorpresa no se trata de un reportero que ya trabajaba con estos equipos y simplemente trasladó a Río su filosofía, sino que el salto de las réflex a las sin espejo se produjo allí mismo, y de hecho casi era parte de su singular y atrevido y experimento.
“La idea de poder ser el único fotógrafo que trabajara con este tipo de cámaras por primera vez en unos Juegos me ilusionaba mucho, y sabía que me podía hacer adquirir una experiencia diferente”, señala mientras confirma que -como cabe suponer- en efecto se trataba del único profesional acreditado que se salió del clásico binomio de Nikon y Canon.
Especialista en fotografía deportiva, miembro de la Asociación de Prensa Deportiva Internacional y free lance para varias agencias en Río, tras ocho años trabajando con equipos Nikon, para su experimento sin espejo contó con la colaboración de diferentes marcas que cedieron material para la cobertura.
“De Panasonic me llevé la GH4 y la GX80 con un 8 milímetros, un 12-40, un 200-400 y ocho baterías, aunque al final no me hicieron falta tantas porque aguantaron mucho mejor de lo que imaginaba”, enumera el fotógrafo. Olympus, por su parte, le prestó una OM-D E-M1 con la correspondiente empuñadura y varios objetivos: el 300 milímetros con conversor 1,4x, el 40-150 mm f2.8, el 12-40 mm f2.8 y el 7-14 mm f2.8. Completa la larga lista una Sony A7S II con el zoom de 70-300 milímetros.
Aunque semejante arsenal puede sorprender, hay que recordar que en este tipo de eventos tanto Nikon como Canon también ceden numeroso material a los fotógrafos acreditados, tanto sus cámaras profesionales más potentes como sus teleobjetivos (prueba de ello es la impresionante lista que nos desgranaba hace unos días David Ramos). Las Olimpiadas no solo son una prueba de fuego para los profesionales y sus equipos, sino también un escaparate mediático en el que todas las firmas quieren tener la mayor presencia posible.
“Rechazar los estands de préstamo de producto que tienen Nikon y Canon en el centro de prensa era demostrar una auténtica fuerza de voluntad y una creencia total en mi proyecto”, recuerda Pérez, mientras señala que muchos compañeros le decían que estaba loco.