Iba en el coche y vi la fotofrafía, pero no tenía cámara ni posibilidad de parar. Regresé al día siguiente y ahí estaba otra vez. Una máquina infernal para cazar el sol en su ocaso.
Yo mismo me convertí en un cazasoles durante dos tardes. A imagen y semejanza de los que persiguen tornados en Estados Unidos. Y comprobé que había más artilugios que intentaban retener el sol del atardecer.
Pero persiguiendo el atarder también comprobé que al final el astro rey se salía con la suya para reposar bajo tierra.
Pequeña incursión en el mundo del paisaje al que tardaré en regresar, salvo lo que tengo guardado en la nevera.