Normalmente fotografiar en la calle ocurre de forma rápida, incluso de manera furtiva.
El instinto trabaja a favor y los detalles no existen.
Hay una forma vertical humana en la escena. Parece que me observa… o espera… sin pasar de la línea.
El Sol desaparece y las sombras cobran vida. Ahora son ellas las que dibujan.
El misterio es tan cotidiano que se hace necesario para la imaginación.
La realidad es tan artificial que uno desearía vivir en una fotografía, o mejor aún… en una canción.
Apago la cámara. Libero la tensión.