Pues yo la viví aunque de adolescente, y con las cámaras de mi padre.
La primera que yo le recuerdo era una Fuji STX-1 con un Fujinon 50/1.9 como esta, incluso el filtro UV creo que era igual que este (también marca Fuji):
Era una cámara totalmente manual, con exposímetro de aguja a través del visor. Cómoda, eficaz, y muy agradable de usar.
Años después la cambió por una Pentax MZ-50 con un zoom AF 35-80. Esta cámara ya venía con todas las moderneces: modos semi-automáticos, paso de película motorizado, zoom, AF, flash integrado, pantallita LCD...
La Fuji no la usé demasiado porque "no es cámara para niños"
pero la Pentax me pilló con 12-13 años y sí que la manejé bastante y con ella aprendí las bases de exposición, composición, diafragma, velocidad, etc... virtud a un libro que saqué de la biblioteca del barrio un verano que me aburría, y las indicaciones que venían en las cajas de los carretes... y una chuleta de la regla sunny-16 que llevaba mi padre en una tarjeta plastificada y pegada a la funda
Ambas cámaras de mi padre las conservo. La Fuji lleva 20 años inutilizada (se atascó el obturador) pero la Pentax sigue en plena forma, aunque disparar con una analógica AF me aburre.
Ahora, aparte de un par de cacharros digitales, también conservo y uso habitualmente varias cámaras analógicas (todas fotos de mis cámaras actuales):
Amén de otras dos docenas que han pasado por mis manos y he vendido.
Y si me preguntas... pues sí, yo echo de menos aquellas cámaras antiguas, las de la era pre-plástico. Lo siento pero el tacto y las sensaciones no son comparables. Cuando tienes de la mano una de aquellas cámaras metálicas, robustas, con diales de verdad, sientes que es un aparato de calidad; las sensaciones con las cámaras de plástico posteriores, y ya no te cuento las modernas, son totalmente diferentes.
En serio, no es lo mismo. Incluso al usar la Fuji GA645 que es un tanque con un objetivo es-pec-ta-cu-lar la sensación es de... plástico. No da la sensación de máquina sino de aparatucho. Y ojo, que esa cámara es una maravilla por calidad óptica, por fotómetro, por enfoque (telémetro AF), ¡si incluso imprime los parámetros de la toma en el borde del negativo con láser! Pero a pesar de todas las maravillas tecnológicas y su casi 1Kg de peso, en la mano la sensación es de aparatucho de plástico, nada que ver con, por ejemplo, la Oly OM-10 que no dejaba de ser una gama media-baja pero en la mano daba una sensación mucho más imponente.
Un fotógrafo jubiliado de mi zona me contó alguna vez como se libró de un atraco... usando su Zenith (creo que era una Zenith) como arma contra su atracador. La cámara terminó con varios golpes marcados en su chasis metálico, pero aún siguió funcionando durante un par de décadas más hasta que se jubiló