Es habitual que de vez en cuando alguien se queje de que le han robado una fotografía, por desgracia es el día a día de los fotógrafos aficionados (y de algunos profesionales).
Esta vez vengo para contar un caso que terminó bien, a mi parecer un ejemplo de como hacer bien las cosas cuando se ha cometido un error.
Un día descubro, usando una aplicación web para rastrear tus propias fotos, que un sindicato local ha utilizado una fotografía mía para ilustrar una noticia suya. Cogieron la foto, la publicaron en su nombre y pista. Para más risas, es una foto química escaneada del negativo
Todas mis fotos las publico con licencia CC-BY-NC-SA, es decir, que si no es un uso comercial solo pido que me atribuyan la autoría, simplemente poniendo mi nombre a pie de foto.
Pues bien, contacto con ellos vía email para exponer el caso, y pedir una solución: o publican mi nombre, o la retiran, o les paso factura para dejarla sin mi nombre.
Al día siguiente me responden al email. Aquí lo habitual es que o pasen de ti, o te den largas, o te digan "lo que está en internet es de todos" o algo así. Para mi agradable sorpresa, no ha sido el caso: en el email se disculpan y me comunican que, efectivamente, han puesto a pie de foto mi nombre y un enlace a la foto original en mi Flickr.
Además, en el email ni siquiera tratan de justificarse: asumen que ha sido un error suyo, que no tiene justificación, y me piden perdón por su fallo, que definen como "imperdonable". Así mismo, me aseguran de que tomarán medidas para que en el futuro no se publique ninguna fotografía sin antes confirmar procedencia y licencia.
Al final, final feliz: ellos cometieron un error, yo les avisé y lo solventaron rápidamente, y además se proponen que no vuelva a ocurrir. Como me decían en el colegio (de monjas) de crío: arrepentimiento y propósito de enmienda