Aunque la pantalla donde puedo verlas no es ni de lejos lo mejor para apreciar nada, hay cosas que me gustan mucho y algo que menos.
Empiezo con lo que menos, que ya digo que es como para cogerlo con pinzas: dan esa impresión de jpegs sobreprocesados, "lavados", como cuando las cámaras -su software- tratan el ruido y dejan la imagen como un poco..."dibujada", sin detalle. Insisto, si la viera en grande y en una pantalla decente igual me comía todo lo que acabo de decir, así que ponlo en cuarentena.
Por otro lado es una serie preciosa, evocadora, al menos para mi.
Te cuento por qué: me puede ya de entrada la localización, por haber vivido ahí esa etapa tan bonita y complicada de la primera adolescencia, Y por guardar recuerdos imborrables del lugar y de algunas personas y de momentos familiares que, gracias a tus fotos, han venido a mi como si los hubiera vivido ayer. Por ejemplo, mariscando con mi padre por esa zona.
Me han entrado unas ganas terribles de ir, de volver a buscar entre las rocas, de pescar imaginando a mi padre, que ya no está, dándome consejos sobre cómo hacerlo. Y de ver qué habrá sido de la gente que conocí en Ares, del puerto en el que nos bañábamos los "cativos".
En fin, un placer.
Por cierto, el mar, la mar... no se encabrona. Es que tiene mucho carácter.