Interesantes reflexiones (el darle a la maquinita de pensar siempre es positivo) y que comparto en su mayor parte.
No obstante, dese mi punto de vista, el hacer una distinción tan abrupta entre hacer fotos y ser fotógrafo pienso que no es del todo asumible.
Las fronteras entre un concepto y otro son mucho más sutiles y plagadas de matices. A mi me apasiona la fotografía pero no tengo el cuajo de autodenominarme fotógrafo (algo por desgracia muy común) así como tampoco me veo como un mero "hacedor" de fotos, de los que, según el autor del artículo, están más pendientes del cacharro que de la fotografía en sí misma.
Algún compañero, y que me disculpe Toshiro por mencionarlo, es cacharrero en grado sumo y, sin embargo, pienso que se encuentra más cercano a la definición de fotógrafo que a la de cacharrero, ya que ha desarrollado un cierto estilo propio y reconocible, algo que suele ser la seña de identidad y el objetivo de todo aquel que desee convertirse en fotógrafo, con mayúsculas.
Ese viaje introspectivo, leit motiv del artículo, también choca frontalmente con las tendencias al uso. Cuando nos afanamos, hablo en primera persona del plural porque me parece menos excluyente, en seguir las modas propuestas por otros estamos dejando de lado, cuando no abandonando, esa búsqueda interior que nos permitiría expresarnos de una manera más acorde a nuestros sentimientos más íntimos.
Eso implica, además, el rechazo frontal a cierta clase de "críticos", no todos, que se mueven a sus anchas amparados en las más que discutibles tendencias sin tener ni pajolera idea de lo que se cuece en el interior de cada autor (véase el diálogo en el museo de la película Manhattan, de Woody Allen).
Bueno, pues estás son las puntualizaciones que quería comentar acerca del excelente artículo.
Saludos,
Juan.