En un hilo tan denso y sinuoso se hace difícil contestar antes de que se haya saltado a otro matiz del tema, así que vaya esto a modo de mi idea de conjunto.
Chemax escribió:Me gustaría saber la opinión de Rivaner sobre este tema, como Historiador de Arte que es
No, no soy historiador del Arte, Dios me libre
. La estudié en dos años en la universidad dentro de los cinco años del programa de Geografía e Historia, junto con Arqueología, Prehistoria, Historia Antigua, Medieval... Historia de la Filosofía, de la Economía, del Movimiento Obrero... Geografía Urbana, Agraria, Física, Climatología, Cartografía, Fotointerpretación... y bastante más. Una enseñanza densa y un tanto polímata muy de mi gusto. Luego hice trabajos fotográficos relacionados con esos campos, como inventario fotográfico de museos y colecciones, exposiciones, de edificios protegidos, excavaciones y cosas por estilo. Lo que vino después... es otra historia.
el Carles escribió:Cuando el valor monetario que se atribuye a una obra en concreto, depende de quién la ha firmado, independientemente de la obra en sí, es que mal vamos.
Doy por hecho que lo de la "obra en sí" no va de disquisiciones filosóficas de Kant o Sartre, sino de algo tan sencillo como
la misma obra sin tener en cuenta la firma... Efectivamente, mal vamos, pero es que el arte contemporáneo en su casi totalidad, es un puro mercadeo de dinero, prestigio y apariencias, una burbuja -parece que en eso estamos todos de acuerdo- en la que conviven y
comparten intereses el que vende y el que compra, pero para que eso siga funcionando hay además que generar y mantener un ruido exterior a la burbuja, y de eso se encargan gran parte de los entendidos actuales y los medios, además de los propios protagonistas.
¿Se puede hablar de
estafa? Dentro de la burbuja desde luego que no, porque ambos, vendedor y comprador, saben perfectamente a qué
juegan, pero ¿y hacia fuera? Depende: en sentido económico no ya que están fuera de nuestro alcance, pero sí, en cierto sentido, moral en cuanto que alguien intenta convencernos en su propio beneficio de que "eso" es arte solo porque necesita ese ruido. Y sí, creo que de alguna manera se puede hablar de estafa moral ya que
"el servicio moral que el arte realiza, consiste en la gratificación inteligente de la conciencia" (Susan Sontag, otra vez).
Dos referencias separadas por más de cuarenta años pero con curiosas coincidencias:
Las tendencias son periódicamente sustituídas por otras, con lo cual se asegura el encajamiento del arte en el orden general del consumo; esto es posible gracias a la vanguardia y su dinámica constante, lo que deja claro el origen burgués del movimiento moderno. Esta manipulación es posible además por una serie de factores en la que lo de menos será el deleite estético. [...] Al principio, el diálogo entre el vendedor y el coleccionista no era descarado: se hablaba exclusivamente de valores artísticos y lo cierto es que por parte de todos existía un considerable aprecio -naturalmente variable según los casos— de dichos valores. Pero actualmente las referencias económicas están generalizadas, y suelen ser el factor que más cuenta al comprar. Es decir, una obra puede gustar, pero se comprará si se espera hacer una buena inversión y se comprará de todos modos, aunque no guste, si existe esa expectativa. Con todo, de manera pública, se valorarán principalmente los valores estéticos y culturales, esenciales para el mantenimiento del juego. (José Corredor-Matheos:
Arte y mercado, en AA.VV.
El arte en la sociedad contemporánea. Fernando Torres Editor, 1974).
Ya más próximo, el que yo diría imprescindible documental
El precio del Arte (mejor título en inglés: The price of Everything, o Todo tiene un precio), del que entresaco algunos fragmentos:
Simon de Pury (subastador "estrella"): Es muy importante que el buen arte sea caro. Solo proteges las cosas que tienen valor. Si algo no tiene valor económico a la gente no le importa. No le darán la protección necesaria. La única manera de asegurarse de que los bienes culturales sobrevivan es que tengan un valor comercial. (De fondo, subasta en Sotheby's: "Lote número 12 es el Jeff Koons: Treinta y cinco millones... El "Balloon Dog" vendido por 52 millones").
P: ¿Qué relación hay entre el arte y el dinero?
Larry Poons: El arte y el dinero no tienen ninguna conexión intrínseca. No es como en el deporte. Tu porcentaje de bateo es el que es. Eso es lo fundamental, ¿sabes? Y en el arte han intentado hacerlo así, como si el mejor artista fuera el más caro. ¿Cómo va a serlo?
Paul Schimmel (comisario): Es una burbuja, sin duda. Las burbujas hacen que todo parezca bonito e intentamos que sigan flotando.
Edward Dolman (ejecutivo de subastas): A finales del siglo pasado nos reunimos en Christie's para pensar qué demonios íbamos a hacer porque el número de obras de arte antiguas era limitado y además estaba disminuyendo. Casi todos nuestros mercados y todos nuestros negocios se estaban volviendo más pequeños. Con la llegada de nuevos coleccionistas al mercado que intentaban crear colecciones, los jóvenes se enriquecieron más de lo pensado con la sed de lo nuevo y lo ruidoso.
Gavin Brown (artista y marchante): Ahora mismo el dinero y el arte son como gemelos siameses y no puedes separarlos. El propósito del arte se ha trasformado, se ha convertido en algo pervertido o mutado y creo que al propio arte le cuesta salir de esta situación. Creo que estamos, todo el mundo lo sabe, nos dirigimos hacia algún borde o algún final.
P: ¿Qué piensas de un retrete de oro? (de Maurizio Cattelan)
Barbara Rose (crítica de arte e historiadora): Es un insulto. Maurizio Cattelan es parte de este mundo de Damien Hirst y Jeff Koons del sensacionalismo. Son los diseñadores de moda. Son Prada, son Pignot, son Agno. Gente que está involucrada en marcas de lujo, y en eso se ha convertido el arte contemporáneo. Es una marca de lujo.
Sobre Barbara Rose, que tan explícitamente se manifestaba sobre el artista objeto de este hilo hay una interesante
entrevista:
P: ¿El arte es espectáculo, como dice Damian Hirst, y si es así son ellos mismos lo que estarían desprestigiándolo?
R: No creo que Damian Hirst sea artista, francamente. Ya ha bajado los precios. Por algo será.
P: ¿Entonces, los museos de arte contemporáneo se han precipitado apostando o invirtiendo en artistas que el tiempo va a dejar de lado, o el arte contemporáneo es una nebulosa sin reglas?
R: Después de Duchamp sí hay algo de trampa en el arte. Es un gran juego. Duchamp cambió las reglas porque no era Picasso, ni Matisse. Él tenía talento pero para ser considerado tenía que cambiar las reglas del juego y lo hizo con la transgresión y el escándalo, pero después del escándalo ya no hay nada más.
P:¿Adónde va esto?
R: No lo sé. No digo que nada valga. Pero el arte no está en manos de especialistas, generalmente no. Sólo confío en los valores seguros. No sabemos dónde va la cultura occidental. Todo esta relacionado: la educación, al arte, la cultura... La clase que trabaja no tiene tiempo y los que tienen tiempo libre no tienen cultura. Es un problema de injusticia social.
P: ¿El pop art está sobrevalorado?
R: Sí, es lo más sobrevalorado. Los precios son absurdos. El pop es primitivo. A Alex Katz cualquier niño puede entenderlo. Muchos artistas pop son fabricantes de productos. Lo curioso del pop es que se hizo para criticar el consumo y ahora es objeto de consumo. La popularidad de Andy Warhol está hecha para idiotas y él lo sabía muy bien porque era el mayor cínico del mundo.
P: Él mismo lo reconoce en su biografía y Tom Wolfe contaba que antes de una exposición orinó sobre sus cuadros y se divertía escuchando a los millonarios alabando esas mismas obras.
R: Sí, sí. Mejor todavía, esos cuadros se han expuesto en el Pompidou. Pero es el papel del bufón. A Warhol lo conocí muy bien. Era un hombre muy complicado. Tenía dos mil personalidades diferentes. Era genial, pero también una persona muy peligrosa.
Se dirá que también hay posturas en contrario, cierto, pero si pongo en la balanza el peso específico de críticos
mediáticos como Jerry Saltz (o Torres, aquí de andar por casa), y el de Barbara Rose, a la que, además de tener un currículum para parar un tren, se le entiende todo, está claro con quién me quedo.
Como se dice en
esta página:
Para mí Jerry Saltz ejemplifica mejor que nadie los males de la sociedad actual y su éxito se debe precisamente a esa tan manifiesta ignorancia o falta de conocimiento del que hace gala una y otra vez, y que tanto les gusta a sus seguidores. Es el ejemplo de esa deriva superficial que afecta al mundo del arte en todos sus estamentos. Y no, no se trata de una oposición entre apreciar solo lo antiguo o solo lo contemporáneo, sino en tener la suficiente independencia para que nuestro criterio no tenga por qué someterse al
mainstream artístico, que hoy es el que es. Por ceñirme al documental comentado, la honestidad artística de Larry Poons (me guste más o menos lo que hizo o hace) está a años luz por delante de los perritos millonarios de Koons o las no menos millonarias bufonadas de Cattelan.