yasduit escribió:.
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Entiendo que no hay que flagelarse si no se acaba el Ulysses, las sinfonías de Bruckner, o las fotografías de [el que sea que no hace setas | lácteas | macrobichos | sedas | etc ]
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Permítaseme un contraataque. Y si no me se permite, lo mismo (modo Deixonar
ON)...
No Miguel, no, es broma.En nombre propio y en el de todos los que hacemos setas, cucarachas, vías lácteas, sedas, flores, y cualquier otra vulgaridad por el estilo.
Porque resulta que lo de los reporteros gráficos goza de ciertos privilegios difíciles de digerir, y mucho menos cuando quieren darnos por sentada su manierista manera de fotografiar.
Muchas veces, cuando veo vías lateas, especialmente las de algunos amigos en la Puna, en el salar de Arizaro, con el cono de Arita protagonizando la toma, me da por pensar en los millones de años luz que viajó esa luz en el espacio y al cabo en nuestra atmósfera para finalmente colapsar en el sensor de esa cámara. Me da por pensar en todo ese tiempo atrapado en el colapso de la duración del instante decisivo de esa foto. Un acontecimiento único en la historia del tiempo que sólo el privilegio de la fotografía puede reclamar. La única práctica que, aun pudiendo ser artística, admite una definición ontológica.
Cuando hago una foto de la luz sobre una hoja de un arbusto en un sotobosque soy consiente de que esa luz solar logró atravesar el espacio interplanetario y la atmósfera para llegar a alumbrar esa pequeña hoja justo en el momento en que un insignificante fotógrafo le dio al disparador de una sofisticada pieza de ingeniería y registró el colapso en otro instante decisivo. Y lo suficientemente cerca como para que la foto sea, al menos, no mala.
A esta altura del relato, y a mis viejos años, un poco cansado de tanto pensar, quizá no sea necesario que pormenorice tanta descartable fotografía al menudeo, que innumerables fotógrafos hacen en cualquier lugar. Un ojo de una abeja, los órganos sexuales de una flor, la respiración agitada de un felino, la mirada aguda de un águila, el húmedo estar secreto de un hongo en el bosque.
Aun así no dejo pasar, aunque sea por mor de profesión, la oportunidad de señalar el aura metafísica de algún paisaje urbano desierto, tema tan socorrido en la fotografía de grandes maestros en los ss. XIX y XX.
Si, por remanidas, se cansan de mirar nuestras fotos, no los culparemos. La originalidad quizá no sea lo nuestro. pero no intenten menoscabar nuestra emoción en el instante de atrapar la luz.
Fiel al propósito de Beuys,
"cada hombre un artista"