JMLA escribió:Realmente, rivaner, no creo que estemos en desacuerdo en apenas nada.
Tampoco lo creo; es cuestión de matices.
JMLA escribió:Pero es que ese no era mi tema, sino eso de la creación Vs. recreación, que siempre tiene esa cosa que a muchos duele y es que les digan que no somos creativos sino recreativos, que no somos artistas sino artesanos...
Cierto, es así, pero no me parece que nos hayamos desviado del tema porque si duele es precisamente porque se piensa que por tener en las manos un artefacto que proporciona resultados razonablemente buenos sin demasiado esfuerzo "tenemos que ser" creativos, o todavía peor, que ya lo somos, lo que con una caja de óleos ni se nos ocurriría. Pero si, justamente, ponemos en cuestión este autoengaño planteándonos qué es ser creativo (u original, o rompedor, incluso transgresor... es decir, todo eso que hoy se suele asociar a ser "artista", mejor o peor, ya sea en fotografía, pintura o cocina), eso nos lleva inevitablemente a cómo se llega, o cómo creemos que se llega, a esa creatividad (para quienes lo consigan, que desde luego no serán muchos).
Y ese era mi tema , que a mi modo de ver es la otra cara inseparable del asunto, no tanto la del resultado (la originalidad que hoy se considera distintivo del artista) como el proceso: hasta qué punto tiene sentido y/o utilidad el imponerse la ansiedad de ser originales para terminar emparedados entre esos dos "dolores", el de querer serlo y el de que nos digan que no lo somos, cuando la historia del arte y de la propia fotografía nos ofrecen múltiples ejemplos de que la creatividad es una meta, a veces inesperada, a veces incluso solo valorada muy posteriomente, de un proceso con muchas facetas al que hay que dejar seguir su curso, y no un punto de partida. De ahí la mención a los Becher o a Atget, pero también la evolución de un icono como HCB, o un Lartigue.
A mi entender, aun con sus diferencias, ese fue el mérito de movimientos como el Arts&Crafts o la Bauhaus, el de volver a poner los pies en el suelo y recordar en qué terreno puede brotar esa creatividad, el de la vuelta a unos orígenes cuya pista se puede seguir hasta el Renacimiento y más allá, el tener "oficio", el conocer otros medios, como el caso de HCB con la pintura, precisamente porque no hay recetas para ello (ni puede haberlas, obviamente, ya que entonces el creativo lo sería el autor de la receta).
En nuestro caso, además, podría darse otra vuelta de tuerca en el hecho de que la fotografía tenga como último referente una presencia de algo ante la cámara, en el sentido de que la originalidad está más en qué se fotografía que en otra cosa, de modo que si las torres de agua de los Becher pudieron ser algo original y creativo en su momento hoy ya no lo serían. Incluso en el ejemplo que pones de Madoz como muestra de "ideas que antes no estaban ahí", creo, y no descubro nada, que sus referencias son bastante más que evidentes. Igual alguien podría decir que el surrealismo fotográfico está ya demodé.