A veces, pequeños sucesos o cincunstancias adversas nos hacen replantearnos nuestras ideas y sensaciones fotográficas. Ese ha sido mi caso. En mi última excursióno a Ordesa, el pasado octubre, un fallo de novato me costó muy caro: un objetivo recién adquirido expresamente para cierto tipo de fotografía me vino descentrado (probablemente por un golpe) y arruinó la casi totalidad de las fotos que pretendía hacer para completar un fotolibro temático. Y todo por no tomar la precaución de revisarlo antes. Pero no hay mal que por bien no venga, así que algo así no me volverá a ocurrir. Y, por otra parte, eso me obliga a volver este año y completar el "trabajo", lo cual siempre es un placer, y a valorar otros puntos de vista que van mucho más allá del paisaje panorámico. Pero ese imprevisto unido a un esguince de tobillo que me obligó a regresar antes de tiempo ha supuesto una reflexión personal durante todo este tiempo de "convalecencia" alargado por un segundo esguince padecido pocos días después en el mismo tobillo. Y es que he tenido que "entretenerme" con una exhaustiva selección y procesado de archivos que tenía "olvidados" y con lecturas, muchas de ellas inspiradas en los contenidos de ese maravilloso blog de "Cartier Bresson no es un reloj" (¡un gran hallazgo!), un pasatiempo que me ha supuesto la revisión de mi "mirada fotográfica" real que, en el transcurrir de los tiempos, desde los inicios de los 70, se ha ido adecuando a las distintas circunstancias personales, pero sin olvidar nunca una cierta visión pictórica derivada de mi vocación frustrada por la pintura con pigmentos, que derivó a serlo con la luz, como mal menor.
Todo esto viene a cuento de que la afición responde, en cada cual, a diferentes motivaciones y está sujeta a cambios en función de lo que obtenemos de ella en cada momento.
Creo que es bueno que cada cual vaya descubriendo la razón de ser de esta bendita afición, tan variopinta como los gustos personales y las sensaciones que se obtienen de ella.
EDITO:
Porque se me olvidaba comentar que, en este tiempo de ocio y convalecencia, he tenido en las ventanas que me abren al Pirineo mis amigos virtuales de Facebook, grandísimos paisajistas, fotosenderistas y montañeros, la mejor de las compañías y el mejor modo de acortar la espera. Y a mis 69 tacos, con la condición física propia de una vida eminentemente sedentaria, ya les he comentado que se encarguen ellos de las cumbres, que yo me dedicaré al valle y la dehesa . Porque la capacidad de adaptación es otra de las virtudes a cultivar en fotografía, como en la vida.